En muchas ocasiones los padres no tenemos información acerca de los juguetes o utensilios que no deben utilizar nuestros hijos, lo que puede ocasionar problemas a largo plazo en el sistema osteomuscular. Es importante informarnos adecuadamente del uso de muchas de las herramientas que se ponen a nuestra disposición.
En este post os vamos a hablar del porteo y las mochilas portabebés que tan frecuentemente usamos en los primeros meses de vida de nuestros peques.
¿Qué es el porteo?
Es un sistema de transporte que permite un contacto continuado entre el bebé y su cuidador, ofreciendo múltiples beneficios, como el contacto físico que les proporciona seguridad y tranquilidad.
Los bebés han sido porteados a lo largo de toda nuestra historia en todas las diferentes culturas, la mayoría de las veces en pañuelos o telas.
En la actualidad encontramos además mochilas porteadoras, muchas de las cuales no son aptas, ya que es necesario que estén homologadas y que cumplan una serie de criterios.
¿Por qué no podemos portear a nuestros bebés de cualquier manera?
Lo más importante es que el portabebés se adapte a la fisiología del bebé. Cuando porteamos (especialmente a un recién nacido) el objetivo es respetar su posición natural y además es imprescindible tener en cuenta tres precauciones básicas:
- Vías respiratorias despejadas.
Un bebé recién nacido no tiene la fuerza suficiente para manifestar si tiene dificultades respiratorias, por eso hemos de asegurarnos de que no tenga el mentón sobre el pecho, que el portabebés no cubran su cara y que su rostro no esté completamente presionado contra el cuerpo del porteador.
- Posición del bebé porteado.
Debemos de tener en cuenta las caderas de nuestros pequeños, ya que necesitan respetar un determinado ángulo de apertura y flexión de cadera para evitar posibles luxaciones.
La posición de ranita o en forma de “M”, en la que sus rodillas serían las puntas superiores de la M sería la posición adecuada, siempre y cuando las rodillas permanezcan ligeramente elevadas con respecto a las caderas.
Nunca debemos forzar la apertura de éstas, sino adaptarse al tamaño del bebé porteado, que posiblemente no abrirá mucho las piernas.
Además, el bebé debe ir colocado sobre el adulto a una altura suficiente para poder besarle la cabecita, pero no golpearle con nuestra barbilla.
- Colocación de la espalda.
La posición natural de un recién nacido es con la espalda curvada, en forma de “C”.
Que el bebé vaya mirando hacia fuera es antinatural, ya que hacemos que inconscientemente fuerce su propia espalda para contrarrestar la postura. Por lo tanto es importante que esté mirando hacia nosotros y romper la creencia de que es más estimulante para el bebé ir mirando hacia fuera, de cara al mundo.
Mantener su posición natural es primordial para respetar su desarrollo, no necesitan que lo “estiren” para estar más cómodo. Tampoco debe quedar aplastado por el portabebé ni tan holgado que pueda escurrirse dentro adoptando posiciones peligrosas que no pueda corregir por sí mismo.
¿Cuánto tiempo podemos portearles?
Todo el tiempo que nosotros queramos y aguantemos, si está en una posición adecuada no existe peligro alguno, sino todo lo contrario ya que además fomentamos el vínculo afectivo.